Sobre el respeto
Hoy quiero tratar un tema algo polémico, pero en el que llevo pensando unos días a raíz de un hilo de Twitter que leí recientemente. Hoy me voy a meter un poco con Hayao Miyazaki…
El hilo de Twitter que dio origen a esta reflexión lo podéis leer en aquí. Sabía que Miyazaki había estado interesado en adaptar Pippi Långstrump (Pippi Calzaslargas en España) en serie de animación y sabía que la autora no dio su consentimiento… pero no sabía las razones. Gracias a David Heredia me ha quedado mucho más claro. Os invito a que lo leáis porque es muy interesante.
El resumen de la historia es que Miyazaki se pasó de listo mientras trabajaba en la serie de televisión Tanoshii Mūmin Ikka1 (1969–1970), faltándole el respeto a Tove Jansson al ignorar sus exigencias. Cuando dos años después Miyazaki mostró interés en crear una serie de televisión de Pippi Långstrump, Jansson le contó su experiencia a la creadora de la obra y amiga Astrid Lindgren, que acabó declinando la oferta de A Pro/Miyazaki.
Guerreros del viento…
El tiempo pasó, Miyazaki inició una amistad con Toshio Suzuki, surgió la posibilidad de publicar el manga de Nausicaä y, posteriormente, su adaptación animada. Los orígenes de Studio Ghibli, en una frase. La película tuvo una buena acogida y Manson International se hizo con los derechos para su explotación en Estados Unidos. En Manson International se pasaron de creativos, recortaron casi media hora de metraje y pusieron a la venta una película totalmente distinta a la que había creado Miyazaki. Cuando el director japonés se enteró, se enfadó hasta tal punto que durante una buena temporada los aficionados occidentales no pudimos disfrutar de su cine al ritmo habitual (de aquellos tiempos). Una falta de respeto por parte de Manson International, cuyo engendro se distribuyó en varios países occidentales2.

Ejemplos
A pesar de ambas experiencias, de las cuales se tendría que haber aprendido y empatizado, a lo largo de la historia de Studio Ghibli han habido algunos episodios parecidos que corrieron diferente suerte.
- Nicky, la aprendiz de bruja: en este caso la cosa no acabó tan bien. Aunque al principio no iba a ser el director de esta película, finalmente Hayao Miyazaki se encargó de la adaptación animada de la novela escrita por Eiko Kadono. La novela, publicada en España por Nocturna Ediciones, es episódica, pero Miyazaki quería cambiar eso aunque la novelista no estuviera de acuerdo. La autora finalmente aceptó a regañadientes. De nuevo, hubo una falta de respeto por la obra de una autora. En este caso no creo que nadie se queje porque el éxito de la película propició la creación de una saga de novelas y las regalías que obtiene Kadono por los productos derivados de la película —que no dejan de salir al mercado— seguramente rebajaron el enfado de la escritora.
- El castillo ambulante: en este caso, Diana Wynne Jones se sorprendió al ver la adaptación de su novela, pero dio su bendición tras el pase privado que tuvo anterior al estreno. La autora inglesa declaró: «Es fantástica. No, no tengo aportes; yo escribo libros, no películas. Sí, es diferente del libro; de hecho, es muy diferente, pero así debe ser. Va a ser una película fantástica.» Miyazaki recortó, inventó y adaptó a su antojo creando un producto que homenajeaba la obra original pero al que añadía muchas de sus inquietudes como director. En este caso no hubo problemas.
- Cuentos de Terramar: no ocurrió lo mismo con este proyecto. Miyazaki ha sido un admirador del trabajo de Ursula K. Le Guin desde hace muchísimos años, siendo una influencia clara en algunas de sus películas. Ya en su día, antes de fundar Studio Ghibli, intentó conseguir los derechos de una de sus obras, pero la autora no lo aceptó. Tras ver algunas obras de Studio Ghibli, cuando años después le propusieron adaptar La saga de Terramar, aceptó. Aceptó pensando que iba a ser Hayao Miyazaki quien adaptaría su obra. Pero al final fue su hijo Gorō en el que sería su debut como director de animación. El resultado no gustó mucho a la novelista, que se quejó amargamente en una carta pública. La película tampoco es una de las más brillantes del estudio, para qué nos vamos a engañar. Y servidor, siempre que sale este tema, piensa en dos cosas: ¿por qué no adaptaron la primera novela? Y ¿por qué Arren mató a su padre3 cuando en la novela NO sucede?

- Otros posibles casos: en la filmografía de Studio Ghibli han creado otras adaptaciones, pero actualmente no conozco la opinión de los autores sobre el trabajo. Sinceramente, dudo que las autoras del manga Omohide Poroporo se quejen de la adaptación de Isao Takahata. Me parece un trabajo soberbio que convierte un manga para adolescentes en una obra adulta mucho más redonda sin perder la esencia del original. Tampoco tengo constancia de que Aoi Hiiragi se enfadara por la adaptación de Susurros del corazón. De hecho, años después participó en Haru en el reino de los gatos. Algo similar se puede decir de la adaptación de Mis vecinos los Yamada, que me parece muy respetuosa con el original. Casos aparte son Arrietty y el mundo de los diminutos y El recuerdo de Marnie, ya que sus autoras nunca pudieron ver la película.
Pero…
Es posible que pienses que una cosa es una novela y otra una película de animación, que son dos géneros distintos y que cada uno tiene sus recursos. Y es cierto. También es cierto que un autor puede rechazar la propuesta (también puede ocurrir lo contrario; que le interese más el cheque que lo que hagan con su obra). Pero… ¿Crees que Miyazaki dejó que Whole Hog Theatre hiciera lo que le diera la gana con la adaptación teatral de La princesa Mononoke? ¿O que permitió que se hiciera cualquier cosa en el audiodrama de Saihin Zensen? ¿O la adaptación a teatro kabuki de Nausicaä del Valle del Viento? Yo no lo creo. Aunque sean géneros distintos y con recursos y limitaciones, Miyazaki habrá querido que se respetara la esencia de su trabajo. Estamos hablando del director que revisa los doblajes extranjeros de sus películas sin tener ni idea del idioma.
Conclusión
En mi opinión, los genios tienen ese punto soberbio, de seguir ciegamente sus planes a pesar de los demás con el objetivo de conseguir el que, para ellos, es el mejor resultado posible. Genios como Miyazaki y Takahata. En ocasiones se puede confundir la pasión por crear tu mejor trabajo con la falta de respeto por el trabajo de otros. Y creo que la trayectoria de Takahata, pero sobre todo de Miyazaki, tiene algunos ejemplos de ello. Aunque nosotros vamos a seguir queriéndoles, por supuesto.
¿Qué te parece? ¿Me he pasado de sensible con este tema? ¿Tengo razón a medias? ¿Estás completamente de acuerdo con lo publicado? Tienes a tu disposición los comentarios de esta entrada para dar tu opinión.