Los menús del Museo Ghibli
En el Museo Ghibli hay muchas cosas que llaman la atención: la tienda Mamma Aiuto, el Cine Saturno, el mural de la entrada, el robot de Laputa de la primera planta (los que hayáis ido me entenderéis)… pero hay algo sobre lo que aún no puedo hablar con propiedad basándome en la experiencia personal: la cafetería/restaurante.
A pesar del montón de cosas increíbles que hay en el Museo, todas las veces que he ido me he topado con una gran lista de espera para entrar. Las dos primeras veces desistí y me conformé con un “fast-food” al estilo Ghibli (zumo de naranja y hot dog). La tercera vez conseguí entrar a la cafetería, el restaurante estaba lleno, por lo que tuve que quedarme en la barra y tomarme un postre. Espero que en una próxima ocasión tenga más suerte (aunque tenga que comer a las 10 de la mañana).
Pero, ¿qué tiene ese restaurante? En un país donde el uso del o bento está tan extendido, ¿por qué hacen cola para entrar a un restaurante? La primera razón, obvia, es que es el restaurante del Studio Ghibli; pero profundizando un poco más en el tema, llego a la conclusión de que hay una razón más: la filosofía del Studio Ghibli.
Como bien sabéis, el Studio Ghibli siente un gran respeto por el medio ambiente. Solo hace falta ver alguna de sus películas o las iniciativas en las que andan involucrados para darse cuenta de que no es una simple fachada. Por otro lado, la filosofía del estudio se basa en hacer el mejor trabajo posible con los materiales y el tiempo disponibles. Y, lo mejor de todo es que esa forma de pensar no se centra únicamente en el trabajo, sino en todo. Podría decirse que es una forma de vida.
La primera vez que fui al Museo tuve que hacer cola (menos cola que para el restaurante, afortunadamente) para pedir un zumo de naranja y un bocadillo . La cocina del restaurante da a parar al lado de la tienda de “comida rápida”, por lo que durante la espera pude ver cómo preparaban una tarta de fresas con nata; la tarta estaba hecha desde cero. Cuando pedí la comida, el zumo de naranja era de naranja (no me gusta la pulpa) y la salchicha era una salchicha, con su carne y todo. Teniendo en cuenta lo barata que es la comida en Japón, el precio no era barato.
Lo mismo ocurrió cuando pude entrar en la cafetería. A medida que la gente iba pidiendo alguno de los pastelitos que se podían ver en la carta, había una persona que iba recibiendo la comanda y hacía los platos desde el principio y lo mismo ocurría con los cafés. Los pasteles, ver foto, no eran sencillos de hacer precisamente.
Bien es cierto que los japoneses son conocidos por su amor por el detalle, por ser concienzudos en su trabajo y perfeccionistas hasta el extremo. Pero creo que sería injusto no destacar lo que se hace en el Museo Ghibli en este, y otros muchos, aspectos.
Espero tener la oportunidad de comer en el Café Sombrero de paja, que es el nombre de la cafetería/restaurante, y contaros la experiencia. De momento, gracias a las guías y la página oficial del museo, podemos ver qué ofrecen y el precio. Gracias a eso vemos que la cerveza que venden está decorada con motivos de Nausicaä del Valle del Viento y que la comida viene en platos y tazas decorados con personajes de las películas del Studio. Si vais a Japón y podéis visitar el Museo Ghibli, no dudéis en daros una vuelta por la cafetería: merece la pena la espera.