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¿Somos suficientes?

Con el siguiente texto mi intención no es criticar a ninguna empresa. Tampoco quiero criticar a aficionados (como yo), ya sean del Studio Ghibli o del cine. Tan solo se trata de mi opinión sobre por qué las películas de Studio Ghibli pasan sin pena ni gloria por los cines españoles.

Empresas

El principal objetivo de las empresas, da igual el sector en el que estén especializadas, es ganar dinero. Para lograrlo se usa una ecuación muy simple: gasta lo menos posible para obtener el mayor beneficio posible, aunque eso no siempre signifique invertir poco dinero. Por esta razón, empresas que durante años se han gastado mucho dinero en promoción e implantación de marca, hoy en día siguen gastándose tanto o más dinero. Si gastan 10, quieren conseguir 20 y el año que viene buscarán duplicar o triplicar mis ganancias.

Las empresas que se dedican al ocio en España, y más concretamente a la animación japonesa, no son una excepción. A la mayoría les gusta el medio en el que trabajan y conocen el mercado. Pero cuando pasas la barrera del aficionado consumidor a la del asalariado productor, las cosas cambian. Te exigen resultados, beneficios. Dinero.

Si tienen una licencia y no ven clara la inversión en un producto en promoción, distribución, difusión… tenderán a arriesgar lo mínimo posible, buscando ganar un poco de dinero o, si la cosa va mal, no perder mucho. Por el contrario, si lo ven claro, arriesgarán una cantidad mayor de dinero con la esperanza de ganar mucho más.

Seguro que alguien mucho más hábil que yo en cómo llevar un negocio podría ampliar esta información. Si alguien está interesado, tiene los comentarios para hacer su aportación.

Las películas del Studio Ghibli en España

Una de las condiciones que impuso Studio Ghibli —a mediados de la década de los 2000— a la hora de vender los derechos de explotación de sus película en España, era que las películas debían estrenarse en cines. En Ghibli consideran que sus obras no son simplemente películas de animación japonesa. Y está muy bien, es muy sensato. En algunos países (Francia, Corea) esa condición no supondrá excesivos problemas. Pero en otros, sí. Seguramente por esa razón muchas empresas especializadas en el sector de la animación japonesa no apostaron por una licencia tan interesante como la de Studio Ghibli. Finalmente, fue Aurum Producciones la que se llevó el gato al agua.

Antes de eso, Disney empezó a explotar las películas del Studio Ghibli en España (gracias al pacto Tokuma-Disney que firmaron ambas empresas en 1996). La empresa americana estrenó en cines españoles películas como La Princesa Mononoke y editó en formato doméstico Nicky, la Aprendiz de Bruja, El Castillo en el Cielo o la mencionada Mononoke. Tras esta experiencia, se supone que negativa, vendió los derechos de explotación de Haru en el Reino de los Gatos a Cameo y abandonó cualquier interés en explotar la filmografía de Ghibli en España. A partir de ahí, tras una demora considerable, empezó la subasta de los derechos.

Sea quien sea el poseedor de los derechos de estas películas, sabe sobradamente que hay algunas películas que tienen más posibilidades de generar beneficios que otras. El Castillo Ambulante, a priori, siempre será un título más goloso que Haru en el Reino de los Gatos, por poner un ejemplo claro. En esa empresa, confían en conseguir que una línea de productos genere beneficios. Partiendo de esa base, podríamos dividir los estrenos de películas de Ghibli en dos tipos:

  • Estrenos reducidos: que pueden ser muy reducido (estreno técnico) o estrenos limitados a pocas salas, con poca promoción y difusión. Los estrenos reducidos se suelen ver en contados cines de ciudades como Madrid y Barcelona, principalmente. Básicamente se trata de una interpretación de los contratos que, generalmente, no concretan el número de salas en las que debe proyectarse la película. Un ejemplo de estreno reducido fue, si la memoria no me falla, Nausicaä del Valle del Viento. Y es lógico, al tratarse de una película de 1984. Por contra, los estrenos limitados se pueden ver en más ciudades y hay una tímida promoción, pero salta a la vista que no se confía en el producto (por las razones que sea). Ejemplos recientes serían El recuerdo de Marnie o El cuento de la Princesa Kaguya. Al reducir costes1, existe un riesgo menor, lo que supone que haya menos ingresos (y en ocasiones pérdidas). A veces sucede que, después de todo el trabajo, ni ganan ni pierden dinero. Y ya sabéis cuál es el objetivo de las empresas.
  • Estrenos más ambiciosos: sin llegar a los niveles de una gran producción, con los estrenos más ambiciosos el aficionado al Studio Ghibli tiene la sensación de que esa película es como las demás. Puedes ver anuncios en la calle, incluso en la televisión y lees en internet que se proyectará en más de 100 salas de todo el país. La empresa confía y apuesta fuerte por el producto. Como aficionado, te puede dar un subidón al pensar que tantas personas tendrán la posibilidad de ver esa película que tanto te gusta de tu estudio de animación preferido. Y así es, actualmente son el tipo de explotación más alto al que puede aspirar una licencia de Studio Ghibli en España. Un ejemplo de un estreno ambicioso lo tuvimos con El Viaje de Chihiro2, Arrietty y el Mundo de los Diminutos o Ponyo en el Acantilado. En estos casos, el riesgo es mayor porque aumentan los costes, pero si todo sale bien se confía en que haya mayores beneficios.

Pues bien, en España parece que ninguna de los fórmulas ha funcionado.

Conclusiones

La primera, y la que da título a este artículo, es ¿somos suficientes? ¿Existen suficientes aficionados al cine de animación como para que una empresa vea rentable invertir en un producto de estas características? A priori parece que no y es algo aplicable a prácticamente toda la animación japonesa.

Muchos aficionados se podrán enfadar al ver cómo las empresas no apuestan más por este tipo de películas. Pueden pensar que hay muchos aficionados a Ghibli, pero si no invierten es difícil que paguen por ver sus películas. Y en parte tienen razón, pero por otra parte no. Es cierto que cada vez hay más aficionados a Ghibli (y a la animación japonesa en general), pero no somos tantos como puede parecer. Puede haber situaciones (como que tu grupo de amigos tengan tu misma afición) que te lleva a la falsa creencia de que a todo el mundo le gusta mismo.

También sucede que en muchas ocasiones nos quejamos de que las empresas no apuestan por estos productos, pero quizá nos faltan más datos para ser tan categóricos. En una empresa poseen cifras de ventas de ese tipo de productos, tienen cifras de asistencia a los cines, profesionales con experiencia que conocen el sector y, sobre todo, a gente que vive gracias de ese trabajo. Si estuvieras en su piel, teniendo todos los datos, ¿arriesgarías el dinero, y quizá tu trabajo, en llevar al cine un título, por mucho que te guste? ¿Realmente crees que si hubiera una oportunidad clara de negocio no la aprovecharían? Las empresas pueden equivocarse alguna vez, pero no tantas.

Como he escrito antes, la situación es similar al del resto de la animación japonesa. Creo que para llegar al nivel de países como Francia es necesario el paso de los años. Es un proceso que ya se ha iniciado en sectores como el cómic o los videojuegos. Poco a poco, este tipo de aficiones se están aceptando y no ocurre como antes, que eran criticadas abiertamente por la sociedad. (Muchos de) los padres de hoy están compartiendo con sus hijos cosas que los padres de hace 20 años demonizaban. Y nuestros hijos harán lo mismo. Y, con el paso del tiempo, puede llegar un momento en el que a las empresas vean la posibilidad de hacer negocio con estos productos. Pero hoy, visto y lo visto y muy a mi pesar, parece que ese momento no ha llegado.

¿Qué os parece a vosotros? Me gustaría conocer vuestra opinión al respecto. Para ello podéis dejar un comentario en esta misma entrada, en la página de Facebook del Studio Ghibli Weblog o, si sois de pocas palabras, en Twitter.


  1. Promoción, distribución, diseño, impresión, copias de la película para las salas y un montón de cosas más.
  2. Posiblemente, de las pocas películas que ha tenido una buena acogida en cines. Sin duda porque supieron aprovechar que tenían un buen título y que acababa de llevarse el Oscar.

5 thoughts on “¿Somos suficientes?

  1. La verdad es que es una pena. Con lo bien que le va a Francia… Yo me pregunto si de verdad es un «no hemos llegado aún» o un «si no hemos llegado ya (con la generación que crecimos viendo anime a todas horas en la tele, algunos de Takahata, Miyazaki y tal, ésto ya no remonta»… :/ pero no sé, igual llega ahora un Yokai Watch y empieza todo de nuevo.

    Por otro lado sería interesante saber el impacto que ha podido tener la tardanza en traer las películas e internet, porque me da que el público de anime actual está más que acostumbrado a ver todo al momento en Internet…

  2. Creo que somos suficientes, pero quizá no los suficientes que estén dispuestos a pagar una entrada de cine (por alguna extraña razón).

    A veces tengo la sensación de que muchos aficionados prefieren ver las películas en Internet, lamentándose mientras tanto del poco anime que llega a España, y luego, cuando se estrena alguna cinta, dicen que no van a verla porque «es que son muy infantiles» (y luego les encanta Pokémon o Naruto), o «es que no tengo dinero para ver tantas películas en cine», o «es que ya me la descargué» o cualquier otra excusa que se les ocurra en el momento.

    Vamos, que tenemos lo que queremos (o lo que nos buscamos) v_v

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