Opinión: Gake no Ue no Ponyo
El pasado sábado tuve la ocasión de ver la última película dirigada por Hayao Miyazaki en el Festival de Cine Fantástico de Sitges. El estreno no estuvo exento de emoción, pues no estaba previsto y, además, no quedó clara al 100% su emisión hasta pocos días antes de la fecha. El Festival de Sitges ha tenido predilección por las películas de Miyazaki y, afortunadamente, en esta ocasión no ha habido excepción.
Se han podido ver con anterioridad algunas imágenes y vídeos de Ponyo. No hacía falta ser muy listo para destacar que Miyazaki había vuelto a la temática infantil, que tan buen resultado tuvo con Tonari no Totoro. Algunos querían ver similitudes entre la conocidísima película, que este año cumple su vigésimo aniversario, y Ponyo. Protagonistas muy jóvenes, animales, naturaleza…
Argumentalmente Ponyo no es nada compleja. Sin destripar mucho de la historia, no voy a enfadar a nadie si digo que el argumento es más una excusa que otra cosa. A estas alturas de la vida, creo que Miyazaki puede hacer un poco lo que le dé la gana. Y creo que Ponyo es un ejemplo brillante de ello. Si bien la película no tiene un guión lleno de matices, eso no significa que en ella no se diga nada. Sin criticar directamente, como siempre, Miyazaki lanza algunos recados a los que ya nos tiene acostumbrados. Nada más empezar la película, podemos ver el fondo del mar del pueblo del protagonista, que está lleno de basura lanzada por los humanos. El director y su equipo no echan la culpa al ser humano, pero todos entendemos, y deberíamos asumir, que estamos ensuciando nuestro planeta, que debríamos cuidarlo un poco más.
Pero la película no es un canto a la ecología. En un bonito pueblo costero vive Sosuke con su madre, Lisa, que trabaja en un asilo. El padre de Sosuke está casi todo el tiempo fuera, apenas aparece en la película, ya que es patrón de un barco…
(Aquí me gustaría hacer un matiz, si me permitís. La relación entre Sosuke y su padre me recuerda a la de Miyazaki con su hijo. A raíz del estreno de Gedo Senki, se destapó que Miyazaki podría haber sido un mejor padre para su hijo, pero que siempre estaba trabajando. Además, como siempre, le da a las mujeres un papel fuerte. En este caso le toca a la madre de Sosuke.)
Sigo. Sosuke vive al lado del mar. En estas que, un buen día se encuentra con un pez de colores que ha quedado atrapado en un tarro y que, a falta de oxígeno, está a punto de morir. Sosuke se corta levemente el dedo al romper el tarro y rescatar al pez de colores. Élla, en agradecimiento, le lame/cura la herida ante la asombrasa mirada del niño, que apenas tiene cinco años. Niño y pez se encariñan el uno del otro y Sosuke decide adoptar al pez, a la que decide ponerle el nombre de Ponyo.
Tras ese incidente, no voy a contar más, suceden una serie de cosas que hacen que surja un desequilibrio entre el mundo marino y el de los humanos. En medio de todo ese lío, están Sosuke y Ponyo. Alguien tendrá que hacer algo para que todo vuelva a la normalidad.
A pesar de la ligereza del argumento, Miyazaki no trata a los niños, y no tan niños, como estúpidos. Hay momentos de tensión, de amor, de ternura, de humor, de aventura. A pesar de que estamos ante una de las películas más cortas de la filmografía de Miyazaki, la película tiene la duración justa. No te aburres en ningún momento y, al menos yo, te abstraes de lo que hay a tu alrededor.
A nivel artístico, la película es una maravilla. En una entrevista, Miyazaki destacó que la película se había realizado de forma artesanal. Creo que aquí Miyazaki se equivoca. No al destacar que la película se ha hecho manualmente, sino al menospreciar la tecnología. Creo que el uso adecuado de la tecnología es lícito y tanto el animador como el espectador lo agradecen. De hecho, hace tiempo, Miyazaki dijo en una entrevista que para él el uso de la informática era como otra herramienta, como un lápiz o una goma. Personalmente soy de la opinión de que el Studio Ghibli es uno de los que mejor uso hacen de la informática en el mundo de la animación. No dependen de ella, pero su producto queda mejor haciendo un uso mesurado de las últimas tecnologías. Me imagino que al hacer esta declaración, Miyazaki quería decir que para esta película el cuerpo le pedía volver a hacer las cosas como antiguamente.
Sea lo que sea, Miyazaki sabe muy bien lo que quiere hacer. Maneja las herramientas que tiene en su mano de forma virtuosa. Ponyo es un ejemplo de ello, ya que podemos ver escenas marinas espectaculares, llenas de colorido y magia. Solo como él sabe hacerlo. Miyazaki sabe aportar esa dosis de fantasía en un escenario real que da como resultado un producto fresco y llamativo. Cautivador.
Por si hacía falta decirlo de nuevo, la película me ha gustado mucho. Es una película muy bonita de ver, con mucha ternura, con un poco de mensaje y con una banda sonora, casi se me olvida, de gran nivel. La melodía, a priori simplona e infantil, que recuerda inevitablemente a Totoro, es pegadiza. Infunde alegría y buen rollo.
La nota, a corto plazo, negativa, es que después de ver esta película, me parece menos posible que haya un sucesor del cine de Miyazaki. Insisto en que la película no tiene un argumento muy retorcido. Es como un cuento. Pero ese cuento, en manos del maestro, alcanza cotas de obra de arte. No solo por lo que en líneas generales se puede ver, sino por esos pequeños momentos de magia que, desgraciadamente, no se aprenden en la escuela. No pueden ser transmitidos. Esos momentos que solo los elegidos saben aportar a sus trabajos. Tan solo es una sensación, pero creo que Miyazaki y Takahata son únicos (cada uno a su manera) y eso lo notará Ghibli en el futuro.
Confío en que pronto se pueda disfrutar de la edición en DVD de esta película. Una película que no me cansaría de ver. En Japón todavía se puede ver en los cines, por lo que no se sabe mucho de sus ediciones en DVD. En España, de momento, no hay nada oficial al respecto.
En esta ocasión no hay dudas. Haceros con esta película en cuanto tengáis la menor ocasión.
Nota:
Para amenizar este comentario he incluído unas imágenes seleccionadas por Yukino12. En el futuro daré cabida en este blog otras aportaciones que ha hecho Yukino, a la que aprovecho para agradecer su aportación y mostrarle mi más sincera envidia por tener el peluche de Ponyo.
Si lo llego a saber compró un montón de Ponyos y los revendo aquí. Fijo que me forro XD
Yo creo que la pelabra que mejor lo define es la que tú has utilizado: “magia”, ese algo que tienen las películas de Miyazaki que incluso la historia más simple o absurda se convierta en una delicia. Yo también tuve la fortuna de ver la peli en Sitges y coincido al completo con tu opinión.
a mi me encanto la imagen de ella corriendo por el agua, precioooosa
y si si yo habia leido que miyazaki queria usar esta pelicula para disculparse con su hijo, porque parece ser que tuvieron problemas a raiz de la pelicula Gedo Senki (es por algo que pones sobre esto en la opinion ;))